Barrios boricuas con nombres raros
Chupacallo, Hato Puerco, Hoya Fría son sólo algunos ejemplos
Por Joel Ortiz Rivera / joel.ortiz@elnuevodia.com
Unibón, Botijas, Palo Hincado y Pulguillas. Son nombres extraños, pero si quisiera podría visitarlos todos el mismo día porque son barrios de Morovis, Orocovis, Barranquitas y Coamo, respectivamente.
Pero hay otros nombres que se las traen.
Hato Puerco en Villalba; Hoya Fría en Carolina; Mal Paso y Humatas en Añasco; y Quebrada Infierno en Gurabo.
¿Y qué me dice de los afilados nombres de los barrios Amuelas y Tijeras, de Juana Díaz?
El nombre Lapa fue lo suficientemente pegajoso para que Salinas y Cayey nombraran barrios con ese nombre, mientras que San Lorenzo y Mayagüez cuentan cada uno con un barrio Quemado.
El nombre Lapa fue lo suficientemente pegajoso para que Salinas y Cayey nombraran barrios con ese nombre, mientras que San Lorenzo y Mayagüez cuentan cada uno con un barrio Quemado.
Según describe Rafael Torrech, profesor de la UPR y autor del libro “Los Barrios de Puerto Rico: Historia y Toponimia”, conocemos los nombres de los 78 municipios, pero muy pocos visualizamos el territorio puertorriqueño dividido en unos 901 barrios oficiales, a los que describe como “la evocación más íntima de pertenencia, la unidad mínima e indivisible de comunidad y vecindario”.
“Los nombres tienen una historia antiquísima y lo que nos parece extraño y cotidiano nos revela percepciones de personas que vivieron hace siglos en esta tierra, sus devociones, sus creencias, su manera de hablar”, indicó.
“Los nombres que permanecen son el reflejo de una historia local e íntima y necesitaron describirlo de alguna manera para diferenciar un barrio de otro. Los nombres de los barrios parten de un sentido de pertenencia. Tienen que ver con fauna, flora, con personas, funciones o hasta puede ser un descriptor de lo que se veía”, agregó.
Según Torrech, 30% de los barrios rurales de la Isla tienen nombres de origen indígena, y el 88% de todos los pueblos de Puerto Rico tienen al menos un barrio de topónimo indígena.
Algunos evocan la fauna, como Flamenco (Culebra) y Jácanas (Yabucoa). Otros, las cosechas (Cacao en Carolina, Patillas y Quebradillas) y muchos el pasado de conquista y colonización, así como la topografía.
En el hato Tejas, de Bayamón, según Torrech, fue donde se fabricaron muchas de las tejas que luego se utilizaron en la construcción del Viejo San Juan.
Aguirre, como se llama el barrio de Salinas, es una palabra canaria que significa laguna, que fue lo que hallaron allí los conquistadores junto a sus valiosas salinas, según Torrech.
El barrio Portugués de Ponce es nombrado así por Pedro Rodríguez de Guzmán.
El barrio Portugués de Ponce es nombrado así por Pedro Rodríguez de Guzmán.
A fines del siglo XVI, este estableció un paso (área por donde es más fácil cruzar un río) en el Río Baramaya, en lo que aún no era Ponce. A dicho paso se le nombró Paso del Portugués dado el origen familiar del poblador.
El río luego absorbió el nombre y finalmente el barrio.
Así aparecen barrios como Cuchillas (Moca Morovis, Corozal) que describen la zona geográfica donde están, no el utensilio, así como Frontón en Ciales y Pedernales en Cabo Rojo (un área rocosa fuerte).
¿El más raro que ha escuchado?
“El barrio Chupacallo de Fajardo, que me parece que podría derivarse del nombre de una planta medicinal con un nombre muy parecido”, finalizó.
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