sábado, 8 de enero de 2011

Deportación de haitianos

Deportaciones masivas en Dominicana
Denuncian que el gobierno dominicano está deportando haitianos, con y sin razón

Por: CNN en Español / The Associated Press - 7/1/11 10:15 PM

SANTO DOMINGO (AP) — Pese a su precaria situación económica y a deber seis meses de alquiler, Frankie Espil prefiere no ir a trabajar. Teme ser repatriado como parte de la nueva ola de deportaciones masivas de haitianos indocumentados que comenzó esta semana el gobierno dominicano.
 "'Tamos un poco asustados", comentó a The Associated Press Espil, un albañil de 30 años, ante el rumor de que los agentes de migración "van a entrar a las casas" y que "están recogiendo" a todos los haitianos indocumentados.

Espil, alías "Policía" por su antiguo trabajo como agente en Haití, reside en las afueras de Santo Domingo y para laborar en la capital usa transporte público y pasa por una caseta de peaje, donde desde el miércoles militares armados y agentes migratorios inspeccionan todos los vehículos para detener a los indocumentados.

El director de Migración, Sigfrido Pared, anunció esta semana que se reanudará la devolución masiva de inmigrantes indocumentados del vecino Haití, que habían sido suspendidas por razones humanitarias desde el terremoto que destruyó Puerto Príncipe en enero de 2010.

Explicó que la medida busca detener el constante flujo migratorio y evitar que enfermos de cólera ingresen clandestinamente a territorio dominicano y propaguen la enfermedad, que ya ha provocado más de 3.500 muertes en Haití. En República Dominicana sólo se han detectado 152 casos y ningún deceso. Sólo esta semana, más de 1.000 haitianos habían sido devueltos a su país, según la institución. "Le dieron orden a todos los choferes (del transporte colectivo) para que no monten (den servicio) a haitianos", agregó Espil, que ante el temor prefiere permanecer en su casa, en el barrio marginal de Monte Largo, 20 kilómetros al oeste de la capital, en la provincia de San Cristóbal.

Espil alquila desde hace tres años por 1.400 pesos (38 dólares) mensuales una vieja casa de madera y cinc, dividida entre dos familias y con un solo baño, donde vive con su esposa haitiana y sus dos hijos nacidos en República Dominicana, de tres años y cuatros meses.

En un español fluido, el hombre insiste en que antes vivió cinco años en el este del país, donde trabajó como albañil en el centro turístico de Bávaro. Ni él, oriundo del puerto de Saint Marc, ni su esposa, han adquirido la residencia legal en República Dominicana.

Antonio Marte, líder de la Confederación Nacional del Transporte (Conatra), aseguró a la AP que las autoridades habían decomisado hasta el mediodía del viernes 25 minibuses del transporte colectivo interurbano porque en ellos hallaron a haitianos sin documentos.

Los agentes también revisan furgones y vehículos privados. Los choferes son multados con 10.000 pesos (270 dólares), además de que el vehículo quedará retenido por las autoridades y sin poder trabajar durante 30 días, subrayó el dirigente gremial.

Por ello, "hemos decidido no montar a ningún haitiano", dijo enfático Marte, cuyo sindicato es, con 74.000 vehículos, la mayor compañía de transporte colectivo en todo el país. Incluso una mujer haitiana, que con su visa dominicana trataba el viernes de abordar con su hijo un autobús a Santo Domingo desde la fronteriza ciudad de Jimaní, no pudo hacerlo por la negativa del chofer, aseguró a la AP el activista Gerpis Suero, representante del Servicio Jesuita a Refugiados y Migrantes (SJRM) en esa ciudad.

"La gente (haitiana) tiene miedo de ir a la iglesia; los guardias están por todas la calles y en todas las lomas", dijo a la AP el pastor haitiano Oxene Clemente, de la iglesia "Fuente de amor misión creol", ubicada en un barrio rural de Duvergé, 245 kilómetros al oeste de Santo Domingo, cerca de la frontera con Haití. Clemente, de 42 años y padre de siete hijos, cinco de los cuales nacieron en Haití, tiene pasaporte, pero debe renovar su visa dominicana y por eso prefirió no viajar a su país en Navidad. "Para eso necesito los cuartos (dinero) americanos", lamenta.

Descarta que los agentes migratorios lo detengan. "Todos me conocen", afirmó. Sin embargo, manifestó su preocupación de que sus feligreses haitianos que viajaron a Haití durante las fiestas de fin de año no puedan regresar, pues carecen de documentos. Phifa Jean, nacida en Puerto Príncipe, también se siete insegura, pese a que cuenta con permiso temporal para trabajar en República Dominicana, donde vende dulces, cigarros y café en una esquina donde laboran decenas de albañiles haitianos.

Además de que los choferes comienzan a negarse a transportarla desde el barrio Los Alcarrizos, recuerda que agentes de migración ya se han subido a los autobuses y piden documentos a quienes por el color de piel oscura parezcan haitianos. Como parte del operativo para impedir la llegada de inmigrantes indocumentados, las fuerzas armadas reforzaron la vigilancia fronteriza y en los puntos de revisión cercanos a la línea limítrofe y, por primera vez, establecieron puestos de control en las autopistas de entrada a Santo Domingo.

El SJRM denunció que la medida es ilegal, ya que la Dirección de Migración sólo puede inspeccionar transporte internacional, no a los pasajeros interurbanos. Aunque la mayoría de inmigrantes son detenidos cerca de la frontera y repatriados de inmediato, al menos 106 haitianos fueron obligados a bajar esta semana de los autobuses públicos en los peajes de entrada a Santo Domingo y conducidos a un centro de retención antes de enviarlos a Haití.

La medida no sólo afecta a los inmigrantes que con sus bolsa de viaje llegan por primera vez en busca de trabajo, sino a los que como Franco, de 20 años, han vivido varios años ilegalmente en República Dominicana y viajaron a Haití para celebrar la Navidad.Franco, que desde hace tres años vendía frutas en una esquina de Santo Domingo, viajó a Puerto Príncipe durante las fiestas y al volver esta semana fue detenido y deportado, según dijeron sus amigos.

"Algunos (de los detenidos) están en proceso de regularización (migratoria), pero (las autoridades) no les dan oportunidad de comunicarse con sus familiares para que les lleven los documentos", explicó el viernes la activista Gloria Amézquita, del SJRM, quien la víspera había visitado el centro de retención.
Recordó además que miles de dominicanos de ascendencia haitiana carecen de documentos de identidad, por lo que están en riesgo de ser deportados a un país que no conocen. La organización Amnistía Internacional hizo el viernes un llamado urgente al gobierno dominicano a "detener las deportaciones masivas", ya que recordó que Haití trata de recuperarse del devastador sismo del 12 de enero, que dejó 300.000 muertos y 1,3 millones de damnificados.

"En lugar de forzar a la gente a volver a una situación desesperada, República Dominicana y otros países deberían avanzar en sus esfuerzos para ayudar a Haití", dijo Javier Zúñiga, de Amnistía Internacional, en un comunicado fechado en Londres. Pidió que en lugar de deportar haitianos enfermos de cólera, se les provea atención médica. El propio embajador haitiano, Fritz Cinéas, reconoció el derecho de República Dominicana a deportar indocumentados, pero pidió "que se respeten los derechos de los haitianos. Que se permita a los que tienen hijos que se despidan de su familia".

Según un protocolo bilateral del 2000, República Dominicana se comprometió a permitir que los deportados reúnan sus pertenencias y no sean separados de sus familias. Tampoco se pueden hacer deportaciones después de las seis de la tarde y en fines de semana. Estimaciones de Naciones Unidas indican que en República Dominicana viven unos 600.000 haitianos indocumentados, pero el director de migración calcula que después del terremoto llegaron al menos otros 400.000, sin contar a la población dominicana de ascendencia haitiana.

Ambos países, que comparten en el Caribe la isla La Española, han mantenido conflictos migratorios debido a que miles de haitianos cruzan la frontera sin documentos para trabajar en el campo, como albañiles o en labores domésticas.

Aunque los nuevos operativos de migración se ubican en las carreteras, Espil prefiere no salir de su recóndito barrio por miedo a que los agentes recurran a las antiguas redadas para detener inmigrantes.
"Las redadas en los barrios seguro que vienen", dijo a su vez Amézquita, al recordar la época en que agentes migratorios recorrían las zonas donde acostumbran trabajar haitianos, como edificios en construcción y sembradíos, para detenerlos y enviarlos a la frontera.

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