sábado, 4 de julio de 2009

Los sultanes mestizos de Paraguay

La polémica vida sexual del presidente responde a una tradición local

Tropas paraguayas, al final de la Guerra del Chaco contra Bolivia, en 1935.

Por Verónica Calderón / El País Internacional

Cuando el presidente de Paraguay y ex obispo católico, Fernando Lugo, reconoció hace poco haber procreado un niño con una mujer de 26 años que no es su esposa, desató una crisis política en su país. Lugo, de 57 años, que consiguió en 2008 poner fin a 61 años de hegemonía del Partido Colorado, ha sido señalado como el padre de dos críos más. Entonces justificó sus actos como “el fruto de procesos históricos”.

En Paraguay, la cultura sexual es el producto de una historia repleta de abusos, promiscuidad y machismo. “Las mujeres mantienen los hogares y se encargan de los hijos; los hombres se dedican a socializar”, describe la antropóloga Patricia Kluck, especialista en América Latina de la Universidad de Maryland. Como resultado de la “socialización”, Paraguay tiene la segunda mayor tasa de fecundidad de América -sólo superado por Haití- y uno de los más altos índices de hijos ilegítimos del continente.

Las explicaciones se remontan a la época colonial. Los primeros españoles, liderados por Domingo Martínez de Irala, llegaron a Paraguay en 1536. El oro y la plata no abundaban. Aún así, fundaron en Asunción la primera capital de los asentamientos hispanos en Suramérica. Ahí se crearon los primeros harenes de la región, llenos de mujeres indígenas guaraníes, y se gestó una sociedad donde el mestizaje era abundante, según el historiador Richard Sacks, autor del libro ‘Paraguay: The Personalist Legacy’ (Paraguay: el legado personalista).

“El propio Irala eligió como concubinas a varias indias e instó a sus hombres a mezclarse con las mujeres del lugar”, comenta.

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